miércoles, 12 de septiembre de 2007

Osama Bin Laden y el perro de Pavlov

(IAR-Noticias) 12-Septiembre-07

Imagen del vídeo difundido en el sexto aniversario del 11-S

El 11-S no solamente instaló un nuevo sistema de control social por medio de la manipulación mediática con el "terrorismo", sino que además inauguró un "nuevo orden internacional" (sustitutivo de la "guerra fría") basado en la "guerra contraterrorista" que sirve de justificación a las nuevas estrategias expansionistas del imperio norteamericano y de las trasnacionales y bancos sionistas. Como el perro de Pavlov, los norteamericanos y europeos (y el mundo colonizado mediáticamente) segregan adrenalina y consumen "terrorismo condicionado", como si fuera verdadero gracias al sistema de inducción mediática montado por las cadenas sionistas a escala planetaria.

Por Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com

Todo el proceso de "terrorismo mediático" con Al Qaeda y Bin Laden, desde el 11-S en adelante, se desarrolla en los medios de comunicación, principalmente en las cadenas televisivas, que trasmiten en vivo las imágenes de destrucción que a través de un ida y vuelta -feed baack- generan masivamente la psicosis terrorista a escala planetaria.

Sin la "globalización de la imagen", a Washington y a la CIA les hubiera sido imposible crear la figura de Bin Laden como el mítico "enemigo número uno de la humanidad" tras la voladura de las Torres Gemelas, iniciando así la era de la utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de manipulación y control social.

Bin Laden y la red Al Qaeda fueron fabricados de acuerdo a las necesidades del "nuevo enemigo", que el imperio necesitaba (tras la caída de la URSS) mostrar a la sociedad después de los atentados del 11-S, y que la inteligencia norteamericana utilizó para conseguir consenso local e internacional a sus nuevas políticas de invasión militar.

Los intelectuales y los periodistas rentados se encargaron de construirle un "perfil" a tono con los gustos consumistas de la opinión pública, y sin mostrar las redes vinculantes de su biografía con la CIA y con las políticas colonizadoras de EEUU en el mundo árabe y musulmán.

La impunidad y el uso intensivo del "terrorismo mediático" se posibilita y potencializa por la complicidad de la prensa del sistema y de sus "analistas" que sólo difunden las noticias y la "versión oficial" de las amenazas y los atentados terroristas desde el 11-S hasta aquí.

Además, el aparato mediático sionista de la prensa internacional y local silencia sistemáticamente las investigaciones y testimonios que prueban la relación histórica de Bin Laden y Al Qaeda con la CIA, además del carácter de "autoatentado" que revistió el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.

En este contexto (y sin ningún análisis que le otorgue comprensión totalizada) una noticia sobre terrorismo sólo puede ser tapada con otra noticia sobre terrorismo.

La "psicosis terrorista" es alimentada a su vez, y como si fuera una novela de espionaje, por rumores de nuevos ataques de Al Qaeda, cacería de supuestos culpables, e imaginarias "pistas árabes" o "conexiones islámicas" salidas de misteriosos archivos "secretos" de los servicios de inteligencia.

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