martes, 26 de agosto de 2008

Paraguay bajo el signo de la teoría de la liberación

No sé si se puede hablar del Paraguay sin antes pedir, humildemente, disculpas por el etnocidio que las tropas de la Triple Alianza (Brasil, Argentina, Uruguay) perpetraron durante los cinco años de guerra. Hubo un brutal genocidio en el que perecieron en batalla o pasados al filo de la espada más del 90% de los hombres adultos, entre ellos muchos niños. Es una deuda ética que todavía tenemos que reparar.

En todo caso, importa mirar hacia delante. Después de 60 años de dominio del Partido Colorado, finalmente irrumpió una figura de alta calidad ética y política, en la persona de Fernando Lugo. Fue sacerdote de la Congregación del Verbo Divino y obispo de San Pedro, una diócesis con muchos pobres. Tiene un excelente currículo académico, estudió ciencias de la religión y sociología con especialización en doctrina social de la Iglesia en la Universidad Gregoriana de Roma. Fue profesor de teología y miembro del selecto grupo de asesores del Consejo Episcopal Latinoamericano.

Lo que marcó su vida fueron los cinco años que trabajó en Ecuador con comunidades indígenas bajo la inspiración del obispo de Riobamba, Leonidas Proaño, famoso por su pastoral indigenista de cuño claramente liberador, pues se proponía gestar una Iglesia de rostro indígena en su forma de rezar, de pensar y de vivir la fe. De regreso a Paraguay, y nombrado obispo, se insertó profundamente en los medios pobres y en la cultura guaraní (habla con fluidez el guaraní). Esta práctica pastoral le hizo entender el acierto de las intuiciones y del método de la Teología de Liberación que había aprendido con el obispo Proaño: partir del universo de los pobres, darles vez y voz, asumir sus causas, participar de sus dificultades y alegrías, colaborando para que sean sujetos de su liberación, constructores de otro tipo de sociedad y de otro modelo de Iglesia, fundado en redes de comunidades de base.

Insertado en los medios populares, sintió en la piel la urgencia de cambios políticos para su país. No habiendo líderes significativos capaces de romper la "dictadura" del Partido Colorado y de combatir la corrupción instalada en todas las instancias del poder, entendió que él podría prestar ese servicio a su pueblo. "Liturgia", en el sentido antiguo de la Iglesia, más que un conjunto de ritos y celebraciones era entendida como servicio al pueblo en el sentido del bien común. Esa «liturgia» fue asumida por el obispo Lugo. Coordinó la formación de la "Alianza Patriótica para el cambio", apoyada por el Partido Radical Auténtico y por un abanico de partidos más pequeños que lo llevaron a la presidencia del país.

Inicialmente el Vaticano se opuso a su decisión, llegando hasta suspenderlo "a divinis" (prohibición de ejercer el ministerio), pero una vez elegido triunfó la sensatez y aceptó su pedido de volver al estado laico. La expresión canónica "reducción al estado laico" es una expresión desafortunada por el simple hecho de que ese es el estado de Jesús, como dice la epístola a los Hebreos, pues es sabido que Jesús no es de la tribu de Leví, de sacerdotes, sino de la de David, que es de laicos, reyes y poetas. Por lo tanto, fue promovido al estado laico, al de Jesús. Quiere ejercer el poder dando centralidad a los pobres y al pueblo guaraní. Ha dejado claro que no quiere hacer de la política su destino de vida sino solamente un paso de servicio.

Es un hombre que sabe escuchar y abrazar lo que viene de abajo, fruto de la experiencia de muchas generaciones. Es un honor para la Iglesia y para la propia Teología de la Liberación ofrecer un cuadro de esta densidad política y ética para servir a un pueblo que tanto ha sufrido históricamente y que merece un destino mejor, integrado en las nuevas democracias del Continente.



Fernando Lugo, esperanza del pueblo y de la Patria Grande Bolivariana

Heinz Dieterich
Rebelión


En la Primera Guerra de Independencia era común que sacerdotes de los pueblos combatían en las filas de la insurrección popular (Hidalgo, Morelos), mientras los purpurados de la Iglesia fortificaban la mano verduga del colonialismo español. Fernando Lugo, exobispo del Paraguay, rompe esa regla. Como el obispo mártir de El Salvador, Oscar Arnulfo Romero, encabeza las luchas de su pueblo y de toda persona decente en el Paraguay, contra la dictadura oligárquica de sesenta años del Partido Colorado.

Ante el virtual colapso del gobierno de Bolivia; la incomprensible inactividad de los gobiernos progresistas latinoamericanos ante ese colapso; los avances de la derecha chilena a través de su estratagema de "desalojo" del gobierno de Michelle Bachelet; el paroxismo de la política terrorista de Uribe-Santos y la necesidad de consolidar urgentemente la estructura política (OEL), militar (Consejo de Defensa de América del Sur), económica (ALBA) y financiera (Banco del Sur) del naciente Bloque Regional de Poder Latinoamericano (BRPL), el triunfo de Fernando Lugo es gran importancia para mantener una correlación de fuerzas positivas en América Latina.

Fernando ha empleado una realista política de amplias alianzas nacionales e internacionales, que son la única posibilidad de derrotar a la dictadura de la oligarquía paraguaya. En reciente diálogo explicó algunos de los aspectos de la lucha electoral, cuyo triunfo sería el primer paso decisivo en la épica lucha por el renacimiento de la nación del Paraguay, brutalmente destruida por Brasil, Argentina, Uruguay e Inglaterra, en la Guerra de la Triple Alianza, hace 140 años.






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“Sin utopías, nos empantanamos en los intereses individuales”

Entrevista a Leonardo Boff, teólogo de la liberación

Por : Claudio Martyniuk




Nada de lo humano le es ajeno a Leonardo Boff. Autor de una gran obra, centrada en la Teología de la Liberación, militante ecológico, luchador contra la opresión social y la cultura patriarcal, dejó el ejercicio sacerdotal oficial en 1992, luego de padecer sanciones y apercibimientos del Vaticano. Invitado por la fundación AVINA, realizó actividades en distintos puntos del país y conversó en exclusivo con Clarín.
- ¿Qué balance puede hacer de la difusión de la Teología de la Liberación en América latina? ¿La lucha contra la opresión sigue siendo un ideal vigente?

- La Teología de la Liberación sigue vigente en aquellas iglesias y grupos que toman en serio la injusticia social y la opresión que sufren las grandes mayorías. Hoy es en los movimientos populares, en los círculos bíblicos, de carácter ecuménico, donde la Teología de la Liberación encuentra su más grande difusión. Está presente en todo el mundo, en Asia, África, América Latina y en grupos solidarios del Primer Mundo. Esto se puede comprobar en los foros mundiales de Teología de la Liberación que se hacen una semana antes de los foros sociales mundiales, sea en Porto Alegre, en Nairobi y el año próximo en Belem de Brasil.

Su actual preocupación ecológica, ¿cómo se vincula con la teología? ¿Hay un “puente” entre teología y ecología?

La Teología de la Liberación nació escuchando el grito del oprimido: pobres económicos, indígenas, afrodescendientes, mujeres. Hoy gritan las aguas, los bosques, los animales, es toda la Tierra la que grita. Dentro de la opción por los pobres y contra la pobreza debe ser incluida la Tierra y todos los ecosistemas. La Tierra es el gran pobre que debe ser liberado junto a sus hijos e hijas condenados. Y la opción por los pobres es la marca registrada de la Teología de la Liberación.

La mayoría de los problemas ecológicos son causados por las naciones más ricas. ¿Qué pueden hacer los más pobres para preservar el ambiente?

La causa principal del clamor ecológico es el tipo de producción y consumo que se impuso desde los países ricos sobre todo el mundo. Este sistema explota las personas, las clases, los países, y la Tierra. La consecuencia la notamos ahora con el calentamiento global que puede poner en riesgo la biodiversidad y, en el límite, a la especie humana. A los pobres les cabe gritar, denunciar y luchar para que se cambie este paradigma tecnocientífico y la cultura productivista y consumista. Caso contrario vamos todos al encuentro de lo peor. No hay un arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O nos salvamos todos, o perecemos todos. Los pobres son aquellos que por su situación de explotados ven mejor la perversidad de este sistema antivida.

La filosofía de la historia moderna nos legó la idea de un camino de desarrollo infinito. Esta idea se ha encarnado sobre todo en el campo de la producción técnica. ¿Con esta ideología es posible establecer un orden social ecológico? ¿En su caso, qué idea debería sustituirla?

Un desarrollo infinito es imposible en un planeta finito y con recursos escasos. Esta idea es una ilusión no totalmente asimilada por los que tienen la conducción del proceso productivo en el mundo. Pero ya se están dando cuenta de que la lógica de este tipo de desarrollo está en contradicción con la lógica de la vida. O cambiamos o la Tierra no va a aguantar. Hay que pasar de una sociedad de producción de productos materiales a otro tipo de sociedad de sustentación de toda vida, y de producción de valores humanos que puedan ser compartidos por todos, porque la Tierra es de todos. Tenemos que producir para atender a las demandas humanas en sintonía con los ciclos de la naturaleza y con sentido de equidad en la distribución de los beneficios y servicios para todos.

En el plano ecológico mental, Ud. le asigna especial relevancia al costado femenino que tendrían todos los seres humanos, ya que lo asocia a una ética del cuidado. ¿Qué efectos sociales tendría la extensión de esta actitud entre los miembros de la familia humana?

Somos herederos de una cultura patriarcal que se ha impuesto en los últimos doce mil años. Ella ha creado el Estado, las leyes, la burocracia, los ejércitos y la guerra. Esta cultura ha dominado a la mujer o la ha hecho invisible en la sociedad. Esto ha significado una recíproca deshumanización porque el hombre ha reprimido lo femenino que hay en él y ha forzado a la mujer a reprimir lo masculino que hay en ella. Cada ser humano es sustentado por estas dos fuerzas constituyentes de nuestra identidad: lo femenino que responde por la capacidad humana de acogida, de enternecimiento, de sensibilidad, de cuidado y de sentido de lo simbólico y de lo espiritual, y por lo masculino que atañe a la racionalidad, al trabajo, a la superación de obstáculos, al poder y a la utilización de la fuerza. En el hombre y en la mujer coexisten estas dos dimensiones. Cuando son bien articuladas y asumidas de forma integradora, componen la excelencia del ser humano. La mujer es la portadora privilegiada, sin ser exclusiva, de esta dimensión de lo femenino. Por eso está más cercana a la complejidad, a la vida y al cuidado que la vida necesita. Hoy se hace urgente rescatar lo femenino para tratar mejor la naturaleza, respetar las alteridades y salvaguardar la vida amenazada.

¿Es posible restablecer alguna utopía en nuestra época? ¿Qué rasgos debería tener?

Una sociedad no vive sin utopías, es decir, sin un sueño de dignidad, de respeto a la vida y de convivencia pacífica entre las personas y pueblos. Si no tenemos utopías nos empantanamos en los intereses individuales y grupales y perdemos el sentido del bien vivir en común. A mi juicio, la utopía que puede reencantar a la vida es una relación de reverencia y respeto a toda vida, de sinergia con las fuerzas de la naturaleza, de hospitalidad con todos los seres humanos y de convivencia en la diversidad de culturas, religiones y de visiones de mundo. Una utopía de una Tierra organizada desde una articulación central de valores, principios y poderes que administren los recursos escasos para todos, habitando como una familia en la misma casa común, la Tierra. Esto no es imposible. Efectivamente vamos a construir una sociedad así o posiblemente Gaia, la Tierra viva, no nos va a soportar y va a expulsarnos como una célula cancerígena.

En el mundo hay hambre y aumenta el precio de los alimentos. ¿Debería existir una ética para moderar el negocio de los productos destinados a satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos?

Yo creo que el hambre de millones de personas, no a raíz de falta de alimentos sino de la incapacidad de adquirirlos por la demasiada pobreza, demuestra la ausencia de sensibilidad delante del sufrimiento de los otros humanos. Somos crueles y sin piedad. Existe la urgencia de una gobernabilidad central de la humanidad y de la Tierra que tenga poder para garantizar a los vulnerables el alimento necesario, suficiente y decente. Comer es un derecho humano fundamental y es un deber de todas las sociedades y Estados garantizarlo, porque somos hijos e hijas de la Tierra. Creo que lentamente vamos caminando en esta dirección porque de otra forma no vamos a mantener la familia unida, sino bifurcarla entre aquellos que comen y aquellos que no comen.

El consumismo es un rasgo de nuestra civilización. ¿Cómo se podría atemperarlo, hacerlo responsable?

Cada uno tiene que desarrollar una conciencia de solidaridad humanitaria y de responsabilidad universal. El consumo debe de ser medido, debe alcanzar una justa medida. Podemos vivir bien con menos. Importa incorporar valores intangibles que dan sentido a la vida y a la convivencia, como el cuidado mutuo, la compasión con los que sufren, la cooperación para que todos tengan lo necesario. Cada uno tiene que hacer la revolución molecular, es decir, empezar por sí mismo y realizar lo que Gandhi decía: “Sé tu mismo la solución y el mundo que tú quieres para los demás”.

¿Es posible, en este mundo, mantener el sentido del humor’ ¿Qué formas de felicidad podemos alcanzar?

A pesar del abatimiento y de la melancolía que la actual situación del mundo nos puede producir subjetivamente, podemos mantener el sentido de humor porque existe en nosotros la irrefrenable convicción de que la vida es más fuerte que la muerte y que podemos disfrutar de todo lo que la Tierra nos brinda con su vitalidad y que los seres humanos han creado con su ingenio. Hay potencialidades en nosotros y en el proceso evolutivo que todavía no se han realizado y que pueden irrumpir, abriendo un nuevo ciclo en la historia, más integrador y más respetuoso de cada ser del universo.

El actual Papa es muy crítico con el relativismo ético. ¿Cuál es su posición ante el relativismo?

Todo lo que es creado y está en proceso de crecimiento y de evolución es relativo en un doble sentido: relativo en la medida que está siempre relacionado con todo lo demás y que nadie vive fuera de la relación. Relativo en un segundo sentido de que el absoluto es solamente Dios. Todo lo demás es relativo, puede cambiar, puede ser diferente, no puede imponerse a los demás. Solamente espíritus autoritarios imponen lo relativo suyo como algo absoluto, congelando la historia y el caminar de los humanos. Lo que debemos es asumir nuestra transitoriedad con responsabilidad, con sentido de respeto y veneración, caminando junto con los demás y construyendo algo colectivo que sea bueno para la vida y para la convivencia entre las diversidades humanas.





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