viernes, 20 de noviembre de 2009

Internet y la comunicación popular


Guillermo Font
Montevideo



El uso de Internet se ha generalizado y convertido en un importante medio de comunicación. Relativamente barato en nuestro país, es de fácil acceso para las organizaciones sociales y poco a poco se va extendiendo. Su alcance y usos son ilimitados, lo que lo convierten en una herramienta para la comunicación popular que debemos aprovechar.

La revolución tecnológica aplicada a la comunicación, en su sentido más amplio, ha permitido construir una red mundial de computadoras conectadas por medio de satélites, antenas parabólicas y fibra óptica. Este sistema posibilita trasladar de forma automática y casi instantánea cantidades impresionantes de información.

Que esta tecnología, que será la base de la comunicación en el futuro, no quede en manos de los sectores dominantes es un gran desafío. Apropiarse de ella para desarrollar medios de comunicación alternativos, horizontales y democráticos que estén al servicio del desarrollo socio-cultural de los pueblos es hoy una posibilidad real y un desafío para las organizaciones de base.

Actualmente cualquier persona u organización puede acceder y ofrecer su propia información en la red mundial las 24 horas del día: libros, documentos, material de estudio, programas informáticos, información de todo tipo (cultural, comercial, política, noticias, ciencia, bases de datos), textos, sonido (música, voz), imágen (gráficas, fotografía, video), etc.

Están conectados y trasmitiendo a través de Internet muchas organizaciones sociales, vecinales, cooperativas y sindicales; bibliotecas y museos; diarios y revistas; radio y televisión.

Todo esto ya no es ciencia ficción sino una realidad al alcance de la mano, donde se hacen presentes los ciudadanos del mundo, se conocen, intercambian, comentan, comercian, se divierten... Existen grupos de trabajo, de estudio, de intercambio científico, de conocimiento cultural, diálogos sobre los más variados temas, foros, conferencias y seminarios, entre personas situadas a miles de kilómetros de distancia.

Se calcula que hay en el mundo cerca de 100 millones de personas que acceden a Internet, consultando y aportando en esta gigantesca “biblioteca” mundial.

Sin duda estamos ante una verdadera revolución en el modo de tratar la información y la comunicación. Hay una tendencia a confundir el uso de esta tecnología con el abuso o adicción. Por otro lado existe un miedo natural ante lo desconocido que lleva a despreciar el uso de esta tecnología como forma de justificarse ante la ignorancia y el temor al cambio.

Dejando de lado prejuicios sobre el tema, y teniendo claro que la adicción o el mal uso no es parte de la cosa (de hecho también hay adicciones a la TV por ejemplo), y tomando a la computadora, y al uso de Internet, como lo que es: un instrumento, una herramienta, que puede convertirse en una forma bien eficaz de comunicación entre las organizaciones populares.

Que no quede en un adelanto tecnológico destinado solo a los sectores dominantes (la TV también sirve como ejemplo en este caso o los problemas que tienen las radios alternativas) para profundizar esa dominación, depende de crear las condiciones necesarias para acceder a esa tecnología.

Logrando que los sectores populares se apropien de este instrumento democratizando su uso, podemos acceder a medios de comunicación con alcances ilimitados al servicio del cambio socio-cultural. No se trata evidentemente de que cada persona disponga individualmente de una computadora y de su conexión a Internet. Esto puede lograrse entre comisiones de fomento, cooperativas, clubes, bibliotecas, parroquias, o un vecino del barrio.

Por sus características, Internet nos da una posibilidad histórica de que la alta tecnología puede ser puesta al servicio de las mayorías y de los procesos de cambio.

El uso de este sistema nos da una posibilidad fundamental para una presencia permanente de nuestra cultura e identidad como cooperativistas, trasmitiendo los principios solidarios de la ayuda mutua, la autogestión, la justicia social, la igualdad y la participación democrática.





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