domingo, 13 de junio de 2010

Un país lleno de autos de lujo y puestos de torta frita

Andrés Capelán

COMCOSUR AL DÍA – 11 junio 2010

Poniendo cara de
“yo no fui”, fingiendo que son desgracias o traiciones a la norma;
sistemática y periódicamente el capitalismo se autoinfrige
voluntaria y conscientemente crisis económicas brutales. El objetivo
real de esas crisis, que son cada vez más globales, es el de
reacomodar su estructura para fortalecerla y seguir adelante.

Por el camino han venido y siguen quedando las pequeñas empresas,
los artesanos locales, la agricultura familiar, y otras rémoras del
feudalismo y el capitalismo temprano. En el futuro, tanto el campo
como la ciudad estarán dominados por las grandes corporaciones
agroindustriales multinacionales, (ya lo están, debí decir que su
existencia será monopólica).

La creación de la Organización Mundial del Comercio es algo mucho
más jodido de lo que parece, pues ha logrado casi que el mundo entero
sea un solo mercado, y cuando hay un solo mercado ha haber un solo
salario. Es la ley de la oferta y la demanda en todo el planeta y
viene con una especie de entropía salarial abajo del brazo.

Ganar más y más, ese es el objetivo final de toda esta movida, y
ese es el resultado de la crisis que está sacudiendo el norte en
estos momentos. Las fábricas desaparecen y crecen los ejércitos de
desempleados dispuestos a laburar por chirolas. Las fábricas emigran
hacia lugares con sindicatos débiles, corruptos, o lisa y llanamente
inexistentes.

Entonces las fábricas se instalan en India y en China, donde no
sólo no existen los sindicatos, sino que además existen grandes
mercados internos y una masa inmensa de desocupados y sub asalariados
dispuestos a trabajar por unos porotos y unos gramos de té. Pero
además, en eseos países pagan muchos menos impuestos, y por si fuera
poco allí no existen los servicios sociales que otrora fueron orgullo
del estado de bienestar e implican mayores costos salariales para unos
y presupuestales para otros.

A este respecto, ha de hacerse notar que durante los últimos
cuarenta años, los políticos neoliberales del norte y hasta sus
seguidores socialdemócratas, han venido reduciendo sistemáticamente
esas prestaciones sociales a fin de tornar más “competitivas” sus
economías, es decir, para que los de arriba sigan ganando lo mísmo o
más a costillas de los de abajo. Al derribar las fronteras
económicas, el salario del futuro será pues el resultante de la
cruza entre el mayor salario asiático y el menor salario europeo. El
europeo es demasiado alto, pero la esperanza es que el asiático es
todavía demasiado bajo para que el capitalismo funcione como se debe.

África es un mundo aparte, demasiado inestable todavía como para
jugar en esta liga, para desgracia de los africanos y para suerte del
resto del mundo… De todas maneras, China está invirtiendo miles de
millones en algunos de los países africanos, por lo que no demorarán
demasiado en entrar en el sistema de explotación capitalista mundial,
haciendo bajar más todavía el promedio de la masa salarial global.

Los emigrantes vuelven a sus países, que ahora son lugares en donde
una parte de la población dirige empresas y viaja en autos de super
lujo, mientras la otra trabaja de guardia de seguridad o vende torta
fritas (o burritos, o tamales, o lo que fuere) en la calle, y limpia
los parabrisas de los autos de los otros en los semáforos.

Los lagos de las ciudades privadas de super lujo en El Tigre, al
norte de la provincia de Buenos Aires se ven a cinco mil metros de
altura, y lo mismo sucede con las de la India (por no hablar de las de
Dubai, o las de Las Vegas). Hoy día, una persona puede nacer, crecer,
estudiar, y trabajar hasta que le llegue la muerte sin necesidad de
salir de una de esas ciudades-prisión paradisíacas (bueno, el
Paraíso Celestial no deja de ser también una prisión ¿no?).

Pero para poder comenzar a imaginar la Villa 31, en cambio, hay que
bajar a dos mil metros de altura, y recién ahí se la entrevé al
costado de la estacion Retiro. En la Villa 31 vive más gente que en
la más grande de las ciudades privadas de la Provincia de Buenos
Aires, y sin embargo el Google Earth no la muestra. El Google Earth
muestra los lagos privados, los embarcaderos y las mansiones, muestra
La Recoleta, Palermo grande y Palermo chico… pero en lugar de
mostrar la villa 31 muestra paralelogramos plateados. Nuestros abuelos
dirían que ese ocultamiento ha de ser por aquello de que “si hay
miseria que no se note”. Yo diría que es porque hoy día, lo que no
se vé, lo que no se muestra, lo que no sale en la tele o en el Google
Earth: no existe.

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