domingo, 18 de septiembre de 2011

Dia de la dependencia chilena





Barricadas, enfrentamientos entre manifestantes y Carabineros además de aislados cortes de luz hubo en Concepción y alrededores, durante esta madrugada. 8 personas resultaron detenidas, 4 en la ciudad penquista y 4 en San Pedro de la Paz.

Recordemos que durante la noche del sábado y madrugada del domingo 11 de septiembre sólo se registraron hechos aislados, pero con mucho menor fuerza que en años anteriores. Tampoco se registraron civiles ni carabineros lesionados.

Allende siempre está presente
No dejen de buscarme
30 mil almas marchando
Camila Vallejo, el futuro
Intifada en Santiago
Laaarrrgaaaaroooon....
Corre por tu vida
Caído y rodeado
Periodistas de guerra
Los reclamos continúan
Fin de la escaramuza

Crónica desde Chile en el 38 aniversario del golpe de estado


Primavera estudiantil y otoño de impunidad

En el entorno del 38º aniversario del golpe de Estado que derrocó a Allende, en Santiago de Chile se sucedieron manifestaciones estudiantiles, encuentros regionales por los derechos humanos y manifestaciones duramente reprimidas por los Carabineros. Oculta tras la cordillera de los Andes, la realidad chilena oscila entre una luminosa primavera estudiantil y el otoño de una impunidad que no termina de deshojarse.

DESDE SANTIAGO
TEXTO Y FOTOS: ROGER RODRIGUEZ
rogerrodriguez@adinet.com.uy

Santiago tiene un dulce y primaveral aroma a álamos. Encerrada entre los picos de la cordillera y las sierras de la costa, que lo separan del porteño Valparaíso, a la ciudad no llega la húmeda brisa de la costa y acumula el smog de sus grandes industrias. Las frías mañanas de setiembre se calientan con el sol de mediodía hasta que vuelven a bajar las temperaturas en la tardecita. Son tiempos de las clásicas afonías de estación…
Sin embargo, en Chile, desde hace ya cuatro meses hay una primavera estudiantil y una afonía por protestas que a muchos les recuerda aquellos días en que, dos décadas atrás, la juventud floreció en contra del régimen dictatorial y se rechazó en plebiscito una reforma constitucional que hubiera perpetuado al general Augusto Pinochet en el poder. Aquel “No” emitido el 5 de octubre de 1988 tenía un clima de movilización similar al que hoy viven los trasandinos.

El jueves 8 de setiembre en todas las ciudades de Chile hubo movilizaciones estudiantiles. Sólo en Santiago las protestas se mantuvieron en suspenso. Los jóvenes dirigentes de las principales universidades mantenían dinámicos debates sobre cómo responder a un cronograma de negociación propuesto por el gobierno luego de tres meses de reclamos. Las diferencias tácticas fueron alentadas con subjetividad por los medios de comunicación que informaban sobre el comienzo de una crisis gremial.
Esa mañana en Plaza Italia, un grupo de jóvenes enmascarados realizó una concentración no autorizada (en Chile aún hay que pedir permiso para protestar o para entregar una carta a las autoridades) que fue duramente reprimida por la fuerza de carabineros. Reclamaban justicia por la muerte del joven Manuel Gutiérrez, asesinado por la represión en una manifestación estudiantil de agosto. Las imágenes de pedradas, coches lanza aguas, gases lacrimógenos, corridas y caos se exhibían en los noticieros junto a una apresurada decisión de los docentes de rechazar la propuesta de negociación del gobierno que implicaba un largo y semanal cronograma de discusión.

La Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), reclama gratuidad y calidad en una Enseñanza que sólo recibe un 0,5% de Producto Bruto Interno (PBI) del país, frente a un 15 % que se destina a las Fuerzas Armadas. Se invierte 30 veces más en represión que en educación. El problema existe desde tiempos de Pinochet y no se cambió en los gobiernos de la Concertación encabezados por los socialistas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet
La enseñanza, totalmente privatizada, se convirtió en un negocio lucrativo gracias a un sistema de subsidios del Estado, que permite un sistema de especulación por el que quienes pretenden la carrera universitaria deben pagar mensualidades de 400 dólares en una sociedad con un salario promedio de 750 dólares. Más de la mitad de los estudiantes no pueden terminar su carrera y sus familias quedan endeudadas. El 80 % de los universitarios no llega a titularse.

El viernes 9, en la ocupada Universidad de Santiago de Chile (la vieja Universidad Técnica del Estado, UTE, como le siguen llamando los chilenos) se realizó un homenaje al cantante Víctor Jara en el mes aniversario de su asesinato por el régimen militar. En el gigantesco campus coexistieron los estudiantes “en toma” y los miembros de las delegaciones que asistieron al 3º Encuentro Latinoamericano por Memoria, Verdad y Justicia, para debatir –como antes lo habían hecho en Buenos Aires y Montevideo- sobre la impunidad regional de las violaciones a los derechos humanos durante las dictaduras.
En salones contiguos del centro de conferencias, debatían los activistas sociales y los estudiantes. Unos, analizando lo que perdura de un pasado reciente. Otros, elaborando tácticas para elaborarse un futuro. Ambos, coincidiendo en que hay que modificar el presente. Por momentos, era tentador ir a escuchar al vecino. Los jóvenes estudiantes chilenos no desconocen el origen de sus problemas y son duramente críticos con la transición que siguió a la dictadura. El titulo “Justicia en transición” de la reunión latinoamericana les llamaba la atención… “Justicia es lo que necesitamos todos”, comentó uno de los ocupantes.

La protesta estudiantil ha obtenido un apoyo mayoritario (80%) en la población que sufre el lucro en otros escenarios. En la salud, las Isapres (Instituciones de salud previsional) tuvieron un desorbitante superávit del 70% gracias a los contratos del terciarizado sistema estatal. En la previsión social, las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP) creado en 1981 registran graves pérdidas mensuales por sus especulativas inversiones en la bolsa europea.
La desigualdad social se señala como trasfondo de la crisis que sufre hoy el gobierno del presidente Sebastián Piñera, en un Chile cuya economía se ha extranjerizado gracias a las políticas neoliberales. Hoy el 70% del PBI del país está en manos de empresas extranjeras y el resto de la riqueza se concentra en una decena de familias encabezadas por el propio Piñera (2,4 billones de dólares de capital, según el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural).

El sábado 10, se difundía la decisión de los estudiantes que, sin rechazar el diálogo con el gobierno, ponían condiciones y prioridades. Exigían que se pospusieron los plazos para el otorgamiento de becas y créditos (de allí salen parte de las ganancias y el lucro de las empresas de estudio), se pospusiera el debate parlamentario de una serie de proyectos de ley sobre la educación (todos ellos profundizan el actual sistema), y se cerrara la llave de recursos para las instituciones que lucran o no dan calidad educativa.
Paralelamente, en el flamante Museo de la Memoria, las organizaciones latinoamericanas por los derechos humanos aprobaban el Compromiso de Santiago, donde se coincidía en la necesidad de terminar con la impunidad regional para cerrar los procesos de transición a una verdadera democracia, fortalecer los sistemas judiciales, denunciar las complicidades de civiles con las dictaduras y plantear sus reclamos, a través de los legisladores presentes, ante la Unión de Naciones del Sur (UNASUR).

Ya nadie recuerda a los 33 mineros que hace un año conmovieron al mundo cuando fueron rescatados con vida en la mina San José. Entonces, el presidente Piñera sacó réditos políticos con su presencia en el lugar. Algo similar quiso hacer con el trágico accidente aéreo sufrido por 21 personas que realizaban tareas de ayuda humanitaria en la Isla Juan Fernández. Los informativos concentraron sus informes en el caso, pero esta vez la presencia presidencial no permitió elevar el bajo 27% de los índices de aprobación de la gestión.
Los medios de comunicación chilenos están concentrados en el grupo de familias adineradas, que favorecieron a la oposición contra los gobiernos de la Concertación. Durante su gobierno, Bachelet terminó por “ganarse” el diario La Nación, que de periódico intervenido por el pinochetismo se constituyó en órgano oficialista de centro izquierda. Al asumir Piñera, el diario cerró y sólo existe una edición electrónica. El gobierno no tiene hoy oposición en prensa. Los titulares de los diarios del día siguiente recordaban el atentado a las torres gemelas de Nueva York. En las portadas no se hacía referencia al aniversario del golpe de 1973.

Ese domingo 11 la Alameda amaneció calma. Es el día en que las familias santiagueñas se concentran en los Moll (Shopping) y quienes sólo trabajan en la capital se quedan en sus hogares, particularmente Valparaíso. La amplia avenida Bernardo O’Higgins (como en realidad se llama) tenía dispuestos vallados en las cercanías de la presidencial La Moneda. La concentración convocada por grupos políticos y sociales en el 38º aniversario del golpe de Estado respetó las vallas y tomó por un delineado camino de calles laterales rumbo al cementerio donde yacen los restos del derrocado presidente de la Unión Popular.
“¡Presidente Salvador Allende!”, grito una voz aguda. ”¡Presente!”, respondió la multitud. “¡Presidente Salvador Allende!”, reiteró. ”¡Presente!”, “¡Ahora!” “¡Y siempre!” “¡Ahora!” “¡Y siempre!”… Las consignas y los cantos no cesaron en la marcha de cinco kilómetros hasta llegar al Cementerio General donde se encuentra el memorial y se había instalado un escenario. Más de 30 mil personas componían la columna encabezada por los familiares de los 3000 desaparecidos y ejecutados por la dictadura.

Tiene 23 años. Es la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Feuch). Se llama Camila Antonia Vallejo Dowling y se ha transformado en un ícono de la huelga estudiantil chilena. Ha impactado por su claridad y profundidad al plantear los reclamos de los universitarios, pero además de ser una bella mujer, es afiliada a las Juventudes Comunistas de Chile. Ingredientes suficientes para su mediatización. Ingredientes suficientes para que una funcionaria del Ministerio de Cultural escribiera en su Twitter: “Se mata a la perra y se acaba la leva”.
Acosada por los medios de prensa, protegida por la seguridad de su partido político, Camila marchó junto al resto de los manifestantes, luciendo la camisa granate de la organización. Su agenda la administra una compañera de la Feuch. En los últimos cuatro meses no ha tenido un momento libre. De un debate a otro. De un programa a otro. De una asamblea a otra. Ella responde con una sonrisa a quienes la saludan. Camila lleva en su pecho una foto de Juan Luis Rivera Matus, sindicalista comunista desaparecido en 1975, cuyos restos fueron recuperados en 2001 en una unidad militar, para desmentir la versión oficial del Ejército que lo incluía en un grupo de 400 que supuestamente fueron arrojados al océano.

Cuando la marcha llegaba al cementerio, un grupo de jóvenes con los rostros cubiertos se les sumaron y encendieron gomas en la calle. Era la señal que esperaba para actuar la fuerza de choque de los carabineros, que a distancia había acompañado a la columna. En segundos se desató la represión. Aparecieron “guanacos” lanzando agua,” zorrillos” tirando gases, cargó la caballería y los “pacos” a la carrera buscaron sus presas. Los encapuchados respondieron con piedras. Los manifestantes se desperdigaron por calles laterales o dentro del cementerio. Las delegaciones extranjeras quedaron encerradas en el vallado del estrado. El caos duró unos minutos. Los suficiente como para mostrar otra realidad chilena.
Los noticieros centrales destacaron los incidentes. Nada se informó de los planteos de los estudiantes o de la lectura del Compromiso de Santiago en el acto. Esa noche en varias poblaciones del entorno capitalino se sucedieron las quemas de gomas y hubo intercambio de disparos, como ocurre todos los 11 de setiembre. En Villa Francia, un ómnibus fue incendiado.

El lunes 12, la ciudad volvió a su normalidad. Algunos comentaban los incidentes del día anterior. Otros, se asombraban ante las declaraciones del obispo evangélico Hédito Espinoza, quien en el Te Deum del domingo rechazó una ley de aborto terapéutico y otra sobre a la convivencia en pareja: “Hoy día se está luchando por la ley de minorías sexuales y mañana tendremos que orientar al pedófilo, a aquel que le gusta el incesto o a aquel que está con la zoofilia”, bramó.
Algunos medios sugerían la posibilidad de que la Suprema Corte de Justicia rechace un eventual pedido de extradición argentino sobre el prófugo juez federal Otilio Romano, quien debe responder por delitos de lesa humanidad en su país. También se especulaba sobre un “canje” por el ex guerrillero chileno Galvarino Apablanza, asilado en Buenos Aires y requerido en Chile por el homicidio de un legislador pinochetista… Santiago tiene un dulce y primaveral aroma a álamos, pero también puede volver a emitir un otoñal hedor a impunidad.

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Momentos




Por Santiago O’Donnell
Momento clave para Chile. Momento constitucional, lo define el destacado politólogo de la Universidad de Chile, Manuel Antonio Garretón, al teléfono desde Santiago. Los estudiantes negocian directamente con el presidente Piñera, algo que ya sería llamativo en la Argentina, imagínense en un país tan estructurado y formal como Chile, donde hasta ayer los interlocutores habituales de estos líderes sociales eran los camiones hidrantes de los carabineros. Pero los chicos crecieron. Sus protestas desnudan el agotamiento del sistema político y del modelo socioeconómico heredados de la dictadura de Pinochet. Un actor en movimiento, organizado y articulado horizontalmente en todo el país, con amplio consenso social, va más allá de la indignación y plantea una agenda. ¿Se sigue reformando lo que dejó Pinochet o se empieza de nuevo? ¿El momento se congela o fluye hacia un proceso refundacional? Todo eso está por verse. Garretón plantea un camino, un horizonte posible, pero al mismo tiempo advierte que ese camino está repleto de contradicciones.

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El escenario. “En este momento los estudiantes intentan retomar la cuestión de las movilizaciones para reforzar las negociaciones que tienen con el gobierno, mientras el gobierno los presiona con la amenaza de cerrar el año lectivo el 7 de octubre, y así muchos estudiantes perderían sus becas y tendrían que pagar sus préstamos por no cumplir con los días de clase. Ha habido otras manifestaciones paralelas como la de (la central obrera) CUT, de trabajadores de la salud en contra del sistema municipal, pero son más bien reclamos puntuales. Con los estudiantes la agenda está planteada y lo que está en juego es una serie de demandas en términos de la calidad, la equidad y el endeudamiento. Esto hay que resolverlo aumentando recursos y haciendo algunas reformas versus hay que refundar el sistema de educación primario, superior y universitario.”

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Las demandas. “Hay acuerdo sobre los temas fundamentales y se están estableciendo las condiciones del diálogo. Los estudiantes dicen que no pueden negociar con una pistola en la cabeza. Piden que el gobierno congele el decreto que establece el cierre del 7 de octubre. Los estudiantes exigen también que haya transparencia en el debate, que las discusiones sean televisadas. Y que no se envíen proyectos de leyes educativas, como el proyecto para aumentar el valor de las becas y rebajar las tasas de crédito de los préstamos estudiantiles del seis por ciento al dos por ciento. Para los estudiantes sería un gran avance, pero a la vez plantea una tensión, porque sería tomar el camino de mantener el sistema y aliviar la situación, evitando un cambio más sustantivo.”

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El límite. “El único instrumento que tienen los estudiantes son las movilizaciones. Las protestas no sirven si no hay un momento de solución, no pueden ser indefinidas. Por eso los estudiantes quieren el máximo de garantías para avanzar. De las doce demandas que presentaron, el gobierno contestó cuatro, ninguna de fondo, y dos puntos que dijeron que no van a conceder, el de la gratuidad y el del lucro en la educación primaria y superior. Tampoco va a conceder el tema del lucro, aunque estuvo de acuerdo en discutirlo en primer lugar, como exigen los alumnos. La respuesta a la desmunicipalización es vaga, aunque no creo que lo revisen a fondo. El tema de la calidad es más de fondo, donde el gobierno plantea mejorar los controles con más recursos versus la idea de que la calidad y la equidad requieren un cambio estructural, por la fragmentación del sistema.”

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El actor. “En los otros campos no hay un movimiento que se haga cargo del tema. Sólo puede hacer el movimiento estudiantil lo que en otras épocas hacían los trabajadores y los movimientos políticos. En Chile la tasa de sindicalización es del diez por ciento, la de negociación colectiva es del cinco por ciento. El gremio del cobre, por tener otras condiciones laborales, no tiene enraizamiento en el resto de la clase trabajadora, cuando hacen paro los demás gremios no adhieren. Por otra parte, si usted suma los estudiantes afectados, mala calidad y la desigualdad en los costos, y suma que el ochenta por ciento de las familias de los universitarios están endeudadas, obtiene una base social que respalda al movimiento que alcanza el ochenta, noventa por ciento de la población. No hay otro movimiento que alcance un segmento tan alto. Los demás son movimientos de descontento, indignados. Los estudiantes, además de estar indignados, tienen agenda, tienen contrapropuesta. El único otro campo estructurado con contrapropuesta es el movimiento mapuche, tiene una capacidad de incidencia muy acotada. Y a diferencia de los movimientos de consumidores, que son tremendamente dispersos, las universidades y escuelas están organizadas transversalmente en federaciones estudiantiles y forman una base estructural.”

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El legado. “Estamos en una situación anómala en la que el presidente negocia directamente con el movimiento estudiantil. Refleja una ineficiencia del sistema político para procesar una demanda. El tema no se discute en el Parlamento porque los estudiantes no le tienen confianza después de la experiencia de los pingüinos (la protesta estudiantil del 2006), donde las principales demandas, terminar con la municipalización y el fin del lucro educativo, no quedaron en los acuerdos finales. El movimiento estudiantil ha tomado a su cargo dos cuestiones pendientes en el proceso de democratización del país. La transición chilena dejó sin resolver el tema modelo económico-social, cuyo eje central es la generación de desigualdad. Ese sistema, al crecer y expandirse, reproducía esa desigualdad. El sistema político genera un empate que impide cambiar el sistema educativo. Es un sistema donde la minoría manda e impone la agenda por el manejo del quórum. Es un sistema democrático, pero con ley de minoría, no de mayoría. Entonces no es posible cambiar el sistema educativo, trasladando el gasto de la familia al Estado como corresponde, ni cambiar el sistema de financiamiento universitario, o hacer una gran transferencia de recursos del Estado al sector educativo, si antes no se hace una reforma tributaria. Por eso lo que se busca es un cambio de eje en el modelo económico social, pero el sistema político no está en condiciones de procesar esa demanda.”

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El instrumento. “En estos días se ha planteado la idea de un plebiscito, pero no me parece viable. No tiene sentido plebiscitar la educación cuando está pendiente un momento constitucional del país, que apunta a cambiar dos ejes, el político y el económico-social, que a lo sumo fueron corregidos, desde que empezó el proceso de democratización (en 1990). La percepción de que el modelo de reformas pospinochetista está agotado se ha hecho generalizada. Por eso la idea de ampliar la Concertación (de partidos políticos de centro y centroizquierda) para que emerja como el gran sujeto político del proceso refundacional, juntando partidos políticos y movimientos sociales para que surja un nuevo sujeto político, en cuya ausencia hoy actúan los estudiantes. La idea sería que las próximas elecciones municipales resulten en una gran derrota para el gobierno y triunfo opositor, y que en la próxima elección presidencial esté presente el dilema de la nueva sociedad versus el mantenimiento del sistema. Pero esta solución no da cuenta de la sensibilidad del movimiento social hacia los partidos políticos, y presenta el dilema de cómo incorporar nuevos actores muy desconfiados del campo político porque en ese campo pueden perder la autonomía la importancia que tienen.”

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El momento. “Estamos en un momento refundacional. Hay que ver si este momento se transforma en un proceso refundacional, en proceso constituyente, o si se congela el momento con adecuaciones, reacomodos políticos y reformas en la educación y el paso de una época a otra queda congelado, a la espera de otros momentos. Es lo que hicieron todos los otros países de la región después de sus dictaduras, con constituciones nuevas que marcaron un cambio radical en el sistema político, incluso en Argentina (con la reforma de 1994), también en Brasil, Ecuador, Venezuela o Bolivia. No digo que las reformas hayan sido buenas o malas, pero se hicieron. En este sentido, Chile marcha a la retaguardia de la región, no a la vanguardia.”
sodonnell@pagina12.com.ar

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