viernes, 23 de noviembre de 2012

Lástima si te lo perdiste; pero la fiesta sigue…



Si ya pasaste los 50 pirulos largos y te sentís muy jovat@ y medio depre; si te quedaste en Viglietti y los Beatles masterizados y todavía andás mascullando ocurrencias sobre si “foco-partido” será o no un dilema falso; si aún te quedan ganas de andar leyendo las fábulas de Eleuterio El Brillante o restos de nostalgismo canero como para seguirle entrando a los versos conductistas de Mauricio El Profundo…

Si tenés la idea de que oponerse a la estafa de Aratirí es únicamente un capricho de radicales sin nada qué hacer, amas de casa aburridas, ambientalistas delirantes, rentables oeneges y pitucaje puntaesteño pavoneándose en despampanantes cero kilómetro, y encima ninguno de tus niet@s o hij@s post “proceso” te invitó a la movida del miércoles 21 de noviembre de un tal “Manu Chao” y su banda cosmopolita en el Velódromo de Montevideo, te perdiste, la verdad, no solamente una magnífica jornada de atrevida y energizante creatividad musical a flor de piel, sino también la posibilidad de ver con tus propios ojos cómo no es cierto que la juventud se haya ido al carajo y le chupe un quinoto lo que está pasando en y con este mundo en el que se pretende eternizar los cuentos del “progreso”, el “desarrollo” y lo “humanamente estratégico”, mientras el mismo capital monopólico que la emprende con la minería a cielo abierto a inda mais, la emprende financiando también el amasije de la infancia palestina entrampada cobardemente por el nazionalsionismo en la franja de Gaza.




“Manu Chao” no es otro que José Manuel Arturo Tomás Chao, nacido en París el 21 de junio de 1961, de madre vasca y padre gallego, activistas, ambos, de la causa popular republicana alejados de España por la cruel dictadura antiobrera de Francisco Franco y el Opus Dei aliados a Hitler y Mussolini, a fines de la tercera década y principios de la cuarta del siglo XX.

“Manu Chao” canta en español, francés, inglés, italianogallegoárabe y portugués, y, si se cuadra, le entra a cualquier otro idioma o dialecto de cualquier rincón del planeta. Se hizo músico cantando y tocando la guitarra en los arrabales, los micros y el metro de París, en una niñez-adolescencia rebelde e irreverente que heredó de sus padres como innegociable legado contradictor y libertario, enemigo de cuanto autoritarismo nos quieran imponer los buenos modos burgueses y la fuerza de la costumbre.

Recién a los 25 años, “Manu” alcanzó la popularidad co-armando con amigos y su hermano Antoine la banda “Mano Negra”, y a los 34, en 1991, pasó a la fama mundial como solista con su nueva banda multifacética “Radio Bemba”, que combina audazmente géneros y estilos con tal genialidad, que su osada mezcolanza cristaliza en interpretaciones de notable fuerza y originalidad, con un algo de conjunción mágica que hace que uno imagine estar escuchando los primeros sonidos que el “homo sapiens” le iba arrancando a su propia animalidad, entre cuevas pétreas, caudalosos ríos y furiosos cielos, maestros de la inefable música de la naturaleza en libre albedrío y un movimiento perpetuo que invita al meneo hasta con los sonidos del silencio.




El miércoles 21, como era esperable, “Radio Bemba” y Manu, la rompieron sin concesiones a la más mínima ortodoxia académica. Hay que suponer que lo hicieron, además, altamente motivados por lo que había estado ocurriendo durante unas cuantas horas previas al toque: “Manu” había estado retenido en la Aduana oriental en averiguaciones sobre qué cuernos venía a hacer a Montevideo…

Una vez finalizada la ardua y altamente necesaria investigación estatal, el artista fue dejado en libertad, pero se le quedaron con el maletín con los CDs recientemente grabados bajo el subversivo título de “No a la mina”, que, obviamente, no se refiere al personaje más lastimosamente frecuentado por el tango rioplatense y las cadencias y decadencias de Sabina, sino a la brutal parafernalia engatusadora de los megaproyectos de minería a cielo abierto y accesorios, donde sea (le dijeron a la productora que la pretensión de ingresar la valija, ¡oh, dios!!!, significa “intento de contrabando”…).




Pero si la actuación es de destacar por su invalorable valor estético y su vivificante y contagioso vigor rítmico, también corresponde destacar un gesto que condice con la solvencia ética de estos músicos internacionales e internacionalistas: en la movida se dio cabida sin condicionamiento alguno a la presencia activa de la recientemente conformada Asamblea Nacional Permanente en Defensa de la Tierra y los Bienes Naturales, amplísimo colectivo social que reúne decenas de organizaciones e individualidades de todo el país identificadas por la campaña de sensibilización ciudadana alertando sobre la amenaza del proyecto Aratirí y sus cráteres y el extensísimo mineroducto complementario, que junto a la ya instalada planta de celulosa de Upm (Botnia), Montes del Plata y etc., etc. y el dragado del Puerto de La Paloma, Rocha, constituyen un agravamiento de nuestra ya inadmisible dependencia político-económica y seguros riesgos de despilfarro irreversible de agua y contaminación irreversible de nuestro suelo

Entregando información escrita y charlando con algunos cientos de los miles de jóvenes que acudieron al llamado de “Manu Chao”, lo que pudo constatarse no es apatía o indiferencia juvenil, sino la ignorancia generalizada que producen los grandes medios de prensa y el canto de sirenas oficialista “inversionista” en boga, presentando los megaproyectos saqueadores como salvación de la “economía nacional” y como “fuentes de trabajo” seguras. Apenas enterada de los reales móviles de Aratirí y compañía y las consecuencias de sus incursiones neo-colonizadoras, la inmensa mayoría de quienes arrimaban a la mesita de la Asamblea Permanente o recibía los volantes desparramados por una veintena de activistas, no dudó en estampar su firma en una papeleta dirigida al gobierno, oponiéndose a la instalación de la minera y a los demás planes extractivos del latifundio multinacional.

Por otra parte, un paréntesis en la actuación de la banda, permitió que desde el escenario cuatro mujeres (una uruguaya, una chilena, una argentina y otra del pueblo mapuche) gritaran enérgicamente a los cuatro vientos un contundente rechazo regional a las políticas que acentúan la tenencia oligárquica de la tierra y la malversación irresponsable de nuestros bienes naturales, provocando una ruidosa manifestación de apoyo desde las abigarradas tribunas que se hicieron eco unánime de la consigna “¡La tierra no se vende; la tierra se defiende!!!...”.



A l@s poc@s jovat@s que anduvieron en el agite acompañando a los que a lo sumo llegaban a los 30 abriles repartiendo volantes y chamuyando sin descanso, les costó poco no sentirse como sapos de otro pozo entre tanta juventud capaz de manifestarse con sana alegría y bulliciosa frescura contra tanta tristeza “desarrollista” y otros versos del posibilismo claudicante que ha cerrado los ojos decretando la inexistencia de gente de pueblo que, de a poco, pero convincentemente, va asimilando los impactos de una agresión que no es cosa del futuro, sino del mismo presente que se pretende esconder abajo de la alfombra, renegando de todo lo que ayer se sostuvo como razón de ser y colaborando con los que hacen pomada el planeta para engordar cajas fuertes que van estallando de tanta mierda acumulada en tanto tiempo.

A los distraídos o demasiado cascoteados por los años que pesan sobre el lomo y a veces producen desaliento y confusión; a los más jóvenes que sin proponérselo se contagian de la claudicación “de arriba”; a los que la ven y creen que nada puede hacerse “porque no hay forma de doblarle el codo al gran monopolio”; a los que de una u otra manera subestiman las energías y las capacidades populares para resistir y para vencer… solamente una sugerencia: volver a meter oreja tratando de oir la música de la naturaleza e interpretar el llamado de nuestra propia historia humana, de nuestros instintos más elementales, de un pasado de lucha y dignidad que no es cosa de libros de historia y que vive solamente sofrenado por el poder, pero que apenas nos liberamos de esquemas, atavismos conservadores y “buenas costumbres” que nos dicen que la alegría y el desenfado de los más jóvenes, es sinónimo de relajo y guarangadas faloperas; apenas abrimos los ojos para mirar sin cataratas de moralina burguesa, salta a la vista un potencial social que únicamente necesita de sí mismo y de su propia creatividad, para convertirse en fuerza imparable de razones irrebatibles.



A “Manu Chao” y “Radio Bemba”, un sencillo y merecido gracias de pueblo por invitarnos a gozar de la muy buena música popular y por hacernos ver que cuando las cosas se hacen sin sobreestimar lo mercantil y sin olvidar nuestras mismas raíces, la lucha es, también, una fiesta.

(¡Y ojalá otros artistas populares contraigan este virus de solidaridad en la resistencia, aunque por unos instantes les secuestren algún CD que de alguna manera reproduciremos y volantearemos por más que se nos llame “contrabandistas” o “radicales”!).



Gabriel –Saracho- Carbajales, Montevideo, 23 de noviembre de 2012.-






1 comentario:

  1. que buena Nota Gracias Gabriel, Graciela del pueblo mapuche

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