miércoles, 29 de mayo de 2013

La apología de la miseria moral

André Touan, Avenida de Mayo 725, Buenos Aires


Gabriel Carbajales

La apología de la miseria moral como negoción a varias puntas y en emocionantes episodios de reivindicación contrarevolucionaria

La primera entrega de “La Pasión de André Touan”, se agotó totalmente luego de largas semanas de intenso “suspense” queriendo competir hasta relegarla al olvido, con la bronca despertada por “la muralla” de la impunidad del Pasaje de los DD.HH.

Los atronadores silencios-sonidos del 20 de mayo y la indignación callejera que no afloja, nos dicen que el “suspense” con anticipos “primicia” de las cartas del resucitado, no pudo lograr ese opacamiento largamente deseado por los asesinos y sus encubridores.

Pero tampoco quedó en los kioscos ni un solo ejemplar de las múltiples publicaciones que cubrieron generosamente la difusión de toneladas de letras y alguna misteriosa fotografía de un mulato viejo de ojos reventados por la hipertensión arterial, alguna sustancia exótico-curativa, unos cuantos odios celosamente guardados y algunas penas sin tregua que ni el mismo Mefistófeles sería capaz de soportar sin acabar enfermándose.

El negoción –como era previsible en un paisaje cultural ganado por el espíritu de conventillo audiovisual monopolizado por los que tienen con qué-- fue un éxito completo y todavía no han cesado los ecos de su impacto “mediático-político” (especialmente los ecos de algunos que hacen catarsis verborrágica cotidiana y les viene bien lo que venga, no importa de dónde ni cómo, para desparramar su enceguecedor pichí de sapo de viejas curanderas, suministrado como bálsamo purificador a la usanza de impolutos monjes rojos diseminando la sabiduría de la santa admonición desde la esclarecedora oscuridad del resentimiento especializado en tirar verdes para recoger podridas, a imagen y semejanza de los monopolizadores, aunque con bastante menos éxito de taquilla).

Mientras estos ecos duran ahí-ahí, el equipo de “La Pasión de André Touan” –incluidos los asistentes vocacionales-- sigue trabajando arduamente en la preparación del segundo capítulo, que no demorará mucho en llegar para romperla de nuevo y entretenernos con esta ingeniosa modalidad del reality-chou “político” en atrapantes e interminables episodios cargados de intriga, misterio y acción, y anuncios de futuras “revelaciones espectaculares”, como las sinópsis de las inolvidables matinées sabatinas.



Salvo que ocurra algún imprevisto propio de las “leyes del mercado”, todo sigue pintando de formidables y seguras mega-ganancias y un terreno bien sembrado de tentadoras posibilidades de boom cinematográfico apenas aparezca el grupo inversor que se la juegue toda a copar la banca mundial del “séptimo arte” con algo bien majestuoso al estilo de “El hombre araña”, “Todopoderoso” o la memorable “Nido de ratas”...



Poco importa si el personaje central de la exitosa saga vive aún y anda por Montevideo metido en cloacas militares que lo protejan o en casa de algún ex al que convenció con su epistolario; si ha muerto y ahora tiene un “sosías” o si todo ha sido montado desde una cárcel VIP de los suburbios montevideanos o algún taller de propaganda de los servicios.

Lo que sí importa es el negocio, todo el negocio, porque todas sus vertientes cristalizan en el gran negoción burgués de vender diarios, avisos, imágenes, palabras, cautivantes entrevistas acerca del “pasado reciente”; vender morbo y basura cultural que te saque del presente latente y su carga segura de futuro irreverente y revolucionario; diseminar al por mayor y al por menor el ensalzamiento adoctrinante de todo lo que represente perpetuar la postergación del futuro hasta dejarlo en tonta ensoñación de imbéciles chiquilinas y chiquilines suicidas/homicidas de los ´60 que se llevaron el mundo por delante y sucumbieron aplastados por él y su insuperable condición de único mundo posible hasta el final de los tiempos.



“La Pasión de André Touan”, es eso, principalmente: apología industrializada --sin subterfugios, desvergonzada-- de la deshonestidad, la deslealtad, la inmoralidad, la corrupción del espíritu y la mente; la transmutación de la generosidad en perversidad y egoísmos de la peor estofa animal…

Apología de la indecencia burguesa incorporada en desgraciados desclasados que a veces sólo cobran con el aire que respiran y la miserable “libertad” de la que nunca más podrán gozar.



La “redención” de André Touan, la de los ´70, mal que bien, ya la conocíamos.

Pero ahora, en la primera edición ya agotada del novelón, aquel nos la confirma, nos la explica, nos la confiesa y quiere que se la demos por válida: delató premeditada, planificadamente; actuó como un represor más, como un fascista más, como un golpista; es co-responsable, alguna que otra vez instigador y principal organizador, de la cacería y la carnicería de un montón de gente que durante años había ido arrimando a la organización política que él había ido co-fundando activamente bajo un no muy definido cuerpo de ideas aunque sí de indubitable inspiración humanitaria y socializante: la justicia social, el anti autoritarismo, la guerra a la opresión, la causa de los desposeídos, el combate frontal a los oligarcas pro-imperialistas, etc., etc., etc.

Por supuesto que agrega lo que tiene que agregar, aunque tampoco es novedad para nadie: no fue el único que se “redimió” actuando como los torturadores y los asesinos. Es en lo único que quiere ser humilde: hubo otros peores, nos dice bien suelto de cuerpo, y tampoco expone novedades que, sin embargo, tendría en la manga con documentación de la OCOA que él mismo ayudó a confeccionar y ordenar, junto a su amada heroína salvada por su príncipe verde y un tenientecito tierno y comprensivo.



Cada cual con su especulación acerca de si André Touan fue o no un infiltrado de los servicios ya mismo cuando nacía el MLN. Pero de lo que no cabe duda leyendo estas “confesiones”, es que André Touan tuvo desde siempre una fibra humana y moral altamente egoísta, excedidamente ególatra, demasiado copada por la idea de que él era lo máximo y que su presencia era imprescindible y decisiva (tanto en la guerrilla como en la contra guerrilla).

Lo demás: hojarasca, bravuconadas, búsqueda desesperada de una autoestima imposible.



Todo el paquete, de la primera a la última carta conocida, es lo dicho: apología de la miseria moral, pretensión de atornillar sobre todo en los corazones de los más jóvenes, la ausencia de valores y de pautas de vida que muestren un horizonte promisorio de lucha por causas que no han muerto a pesar de todos los André Touan de la historia.

“El equipo” apuntó no al “pasado reciente”. Apuntó a tratar de pintar un mundo de gente sin principios, en el que “triunfan” los vendidos… Y seguirá apuntando a lo mismo.



¿Quién le va a enseñar al “cuarto poder” y sus satélites a empaquetarnos y hacer machazos negocios con “milagros” de los Andes o escabrosas historias de los turbulentos ´60/´70?.

Sean quienes sean quienes seguirán produciendo y poniendo en venta el novelón “de las apasionadas andanzas y revelaciones de André Touan”, han sido altamente exitosos, no caben dudas, en reivindicar a su personaje en su auténtica e irreversible esencia, que no es precisamente la de “un héroe de nuestro tiempo”, ni siquiera en el sentido del personaje de Borges citado por algún compañero.

(He puesto especial empeño en mencionar el nombre y el apellido que aparecen como remitente en las cartas de marras. Lo hice buscando no cargar las tintas en una palabra que a estas alturas funciona como sinónimo universal de Héctor Amodio Pérez, quien únicamente traicionaría si un día se dispusiera a quemar –y quemarse- proporcionando los detalles de cuanta porquería protagonizó antes, durante y después del año 1972… Lo suyo sigue siendo coherencia total, ahora en busca de nuevos seguidores de su misma estofa, que alguno ha de haber).

Por último, unas pocas palabras pensadas con páncreas de diabético y sin miedo a pasar por tremendista: ¿no será que se está queriendo sacar un conejo viejo de la galera dispuesto a hacer de rejuvenecido conejillo para fabricar desde el laboratorio algún entuerto ya planificado para pudrirnos algo, como para ir preparando “la opinión pública” en “aventuras” que se salgan de lo únicamente “mediático-político”?...



Por las dudas, recordar al viejo “Rodríguez” de Paco Espínola, que no escribía ni sobre héroes ni sobre traidores, sino sobre tipos sencillitos que han perdido la capacidad de deslumbrarse y enceguecerse con pases mágicos y tabas cargadas que se ven a la legua, y que siguen su camino mansos, pero sin darle la espalda a ningún fantasma alardeando de virtuoso o algún otro que le siga el tranco.



PD: Esta vez no envío este garabato a una publicación virtual a la que hace seis días envié una segunda versión de una nota anterior sobre el tema, actualizada con un comentario posterior a la difusión de las cartas en boga. Luego de cuatro ediciones de esta publicación sin ver mi nota y sí otras que aluden a ella y a su autor, demoraré el envío de la presente hasta que sus responsables dispongan de espacio y publiquen la del 22 de mayo enviada ese día, ostensiblemente discordante con los puntos de vista de otros “columnistas”.



Gabriel –Saracho- Carbajales, 28 de mayo de 2013.-



De héroes y traidores


De Ricardo Ferré

La reaparición de Amodio en la escena política tiene el rasgo de equilibrar las delaciones y revelar o aclarar el papel que les toca en dicha escala a aquellos de nuestros actuales gobernantes que integraron las filas de los tupamaros históricos. Desde hace ya mucho tiempo está claro que no hubo un sólo traidor, sino toda una gama de defecciones mayores o menores. 1Analizando no demasiado profundamente este fenómeno se nos aparece el otro fenómeno paralelo, el de toda una escala de heroísmo de algunos de los cuadros y de centenares de militantes de base, muchos de los cuales dejaron la vida en las mazmorras de la tortura justamente porque se negaron a traicionar a otros y a traicionarse a sí mismos.
Hubo muchos que no sólo no traicionaron, sino que lograron salvar a todos sus amigos y compañeros quienes pudieron dormir tranquilos. Frente a la defección de algunos, entre ellos cuadros de dirección, hubo cientos de héroes anónimos que salvaron todo lo que pudieron en los brutales interrogatorios.


El amor
Todos ellos tenían cónyuges, hermanas y hermanos, padres y muchos de ellos hijos a los que amaban. Y su sacrificio fue por amor, por el amor que trasmite dignidad, sentimiento de justicia y solidaridad. Nadie puede creer en la autenticidad de un amor basado en la traición, en la vileza y en la entrega de otros seres humanos.

Conozco el caso de alguien que, llevado a la fuerza al blanco al que estaban tirando con una ametralladora, y conminado por el encargado de la tortura: “Ahora cantá, por tu hijo”, contestó simplemente: “Mi hijo va a saber por lo menos que su padre fue un hombre”. Despojado de sus connotaciones machistas el significado es un legado de haber sido un ser humano integral. Ésta es la única base sobre la que se puede edificar el amor: la dignidad, la integridad, la fidelidad, el coraje, la gallardía, la lealtad a los principios humanos más nobles No creo que ninguno de los queridos compañeros que se la aguantaron en silencio lo haya hecho para figurar ni para hacer carrera política como senador, ministro o presidente; lo hicieron estoicamente por sus, por nuestros principios y por una militancia humana de protección de sus seres y compañeros queridos, que eran todos los camaradas. Esto es particularmente claro en los que dejaron la vida en “la máquina”. Y el heroísmo no empezó en las salas de interrogatorio y tortura. Empezó cuando los compañeros aceptaron integrarse a una lucha en la que no existían recompensas materiales, ni sueldos ni viáticos. Lo único seguro de esta lucha era el riesgo de la salud, los bienes, la familia y hasta la propia vida.

No podemos ni queremos dar nombres porque seguramente vamos a ser injustos con algunos y porque el fenómeno es tanto más notable cuanto más anónimo y colectivo.

Este es un fenómeno sociológico trascendental, éste sí, mucho más que la traición de algunos. Frente a una humanidad que amenaza extinguirse a sí misma por avaricia y sed de poder se levantan miles de un paisito pequeño que fueron capaces de arriesgar su salud, sus bienes, y hasta su propia vida sin ganancia material alguna, tan sólo por ideales y principios Y que conste que nuestra experiencia en los procesos de la tortura nos lleva a ser condescendientes con aquellos compañeros que no pudieron resistirla, ya sea de base como de dirección. Nadie puede culpar a otro ser humano enfrentado a ese monstruo insensible. Para poder soportar algo tan extremo como la tortura es necesario recurrir a todos los recursos de un ser humano: morales intelectuales y físicos. Hay que hacer una clara distinción con quienes, por el contrario, pusieron todos estos recursos en ayudar a sus torturadores.

Pero lo que tenemos que criticar es el mecanismo de convertir a la traición en teoría política y prolongarla, y ahora el intento infame de enlodar a todos esos héroes anónimos tratando de convertir su calvario en sucias intrigas cortesanas.

Es sabido que en el Penal de Libertad había presos que colaboraban abiertamente con sus carceleros militares, aduciendo que la dictadura era nacionalista, y que, por lo tanto, había que ayudarla. Eso los llevaba obviamente a entregar hasta a sus propios compañeros.

Sin necesidad de ir tan lejos tenemos a gobernantes que quieren dejar ir para sus casas en prisión domiciliaria a los torturadores, que defienden inexplicablemente de su extradición a tres de ellos ya penados por asesinos por la justicia chilena, que salen siempre en defensa de cuanto torturador y violador es amenazado de ser procesado, que están por mandar tropas a Haití y defienden a quienes pueden haber cometido la violación de un joven haitiano, que encubren el gasto de más de un millón de dólares diarios en unas fuerzas armadas más que inútiles, que han probado ser criminales del pueblo que están designadas para proteger, que defiendan la impunidad de asesinos, torturadores, violadores y secuestradores de niños para venderlos…

Hace poco tiempo el comité del FA en México divulgó un documento del general Licandro en el que revela que nuestro actual ministro de defensa propuso hasta ¡mandar tropas a Irak!

No podemos ser tan ingenuos de ignorar que desde filas gobernantes se protege la impunidad para los criminales de lesa humanidad. Recientemente se procesó en Núremberg a un ex guardia nazi de más de 90 años.

Y es que la sociedad no se puede permitir que este tipo de crímenes quede sin castigo, como ejemplo para generaciones futuras y para su protección, para evitar la justicia por mano propia, en fin, por todas las razones por las que existe la justicia.

Seguramente todos los compañeros cristianos habrán perdonado a sus verdugos y a los verdugos de sus compañeros, así como lo habrán hecho otros que no son cristianos. Esto es irrelevante. La sociedad tiene que imponer justicia de todos modos, para preservar normas de convivencia civilizadas.

Para pintar alegría/ en las caritas nocturnas/ de los pequeños mendigos

Contra los prejuicios de algunos, por ejemplo los militantes cristianos, curas y feligreses católicos, protestantes, mormones y judíos se agruparon en filas de cientos de tupamaros sin tener una idea de ningún gobierno marxista ni comunista, sino tan sólo desafiando a fieras mucho peores que las del circo romano por avances de justicia, para que la indigencia y la marginación no fueran tan desgarradoras, por los niños, que hoy son 20.000, trabajando en el reciclaje de basura

Nosotros, los tupamaros, cometimos crímenes como el del peón rural Pascasio Báez, y otros.

Los hemos pagado con un total de unos 14.000 años de dura prisión sumando todos, sin contar con otros tantos miles de semanas de tortura, violaciones, fusilamientos simulados, compañeros asesinados, hijos vendidos...

Rechazo terminantemente ser colocado junto con este personaje siniestro de Amodio en ningún término. Mis críticas a los dirigentes que han renunciado a sus principios tupamaros son compartidas por muchos compañeros y parten de una base principista totalmente opuesta a la basada en el bajo “chusmerío” lumpen, en los relatos de sordideces humanas a los que la quiere reducir el real o presunto Amodio, personaje conocido además por traidor y mentiroso. Amodio fue justamente uno de los primeros, y el mayor, en quebrantar esos principios, y lo hizo realmente de una manera harto brutal.

Todo gran ser humano ha andado presumiblemente en chancletas en su casa; quiero decir que se puede fijar la atención en las pequeñas fallas humanas o en la grandeza.

El real o presunto Amodio de las cartas intenta enlodar hasta al propio Sendic, relatando algunas de sus falencias, reales y hasta mentidas, como si él no fuera grande por sus colosales virtudes humanas, por su entereza, por su valentía, por su entrega, por su militancia sacrificada entre los cañeros del norte, por su inquebrantable voluntad de servir a la causa humana, aun desde situaciones terriblemente expuestas.

En este caso se trata de todo un colectivo de miles, lo que resulta mucho más importante y significativo que si fuera una sola persona ejemplar.

Es posible considerar la cuestión desde el punto de vista de la bajeza de algunos, o bien de la nobleza de una mayoría ejemplar de héroes anónimos, que nos permite seguir teniendo esperanzas en que los rasgos nobles de la humanidad la van a salvar del desastre inminente. “Si suponemos que no hay esperanza, garantizamos que no habrá esperanza. Si suponemos que hay un instinto de libertad, que hay oportunidades de cambiar las cosas, entonces hay una posibilidad de contribuir a construir un mundo mejor.”, dice Chomsky.

Ricardo Ferré





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