sábado, 11 de mayo de 2013

La mala educación progresista (parte 2)



Aclarando decía el tambero…
Autor: William Yohai
2 de mayo de 2013

Hace pocos días escribimos un artículo con el mismo título. En él incluimos una gráfica que muestra la evolución en el tiempo de la relación (ratio acostumbran decir ahora los economistas) entre “Producto Bruto Interno-enseñanza”, tal cual lo llama el BCU en las cuentas nacionales y el Producto Bruto Interno en pesos constantes. La intención de ese trabajo era mostrar la evolución en el tiempo de la variable. Y cómo, a pesar de la alharaca oficial al respecto, la sociedad uruguaya invierte cada vez menos en educación.


Como se constata el resultado del cociente para 2013 es de 2,9%.
Esta cifra suscitó confusiones entre compañeros militantes que están al tanto de estos temas. En efecto, sabido es que desde hace muchos años la izquierda (incluyendo en sentido amplio hasta la gente que integra el FA) plantea la necesidad de que la educación participe en más del 4,5% en el PBI. Sindicatos como la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (FENAPES) exigen que dicho porcentaje alcance (incluyendo sólo a ANEP y UDELAR en la cuenta: el 6%). Es bastante conocido que aún no llegamos a ninguna de ambas cifras.
Debemos aclarar aquí que estamos tratando de dos conceptos completamente distintos. El “producto bruto” de algo mide (o pretende hacerlo) la creación de valor nuevo en un sector de la economía. En el caso del“PBI enseñanza” se mide la suma de los gastos (salarios y demás) sumados a las ganancias (institutos privados con fines de lucro) menos los insumos utilizados en el total. Se restan o no son tomados en cuenta, por tanto, construcciones y reparaciones de locales, gastos de energía eléctrica, teléfono, etc.
El resultado es que el PBI enseñanza, que incluye el sector público y el privado es notoriamente inferior (como parte del PBI) al gasto público en educación. Son cosas distintas aunque refieren al mismo asunto.**
Para graficar el PBI-enseñanza en relación a PBI utilizamos una de las planillas (PBI por industrias a precios constantes) que aparecen en (1) e hicimos una cuenta muy simple dividiendo aquel por el PBI total y multiplicándolo por 100.
Corresponde ahora ver la evolución del gasto en educación pública en relación al PBI. Para ello utilizamos el criterio de sumar de acuerdo a (2) la ejecución presupuestal (“comprometido”) de Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) sumada a la de la Universidad de la República (UDELAR).
El resultado lo sintetizamos en la siguiente gráfica.





Aclaremos que el punto de partida es distinto debido a que la Contaduría General  de la Nación (CGN) sólo publica los datos desde 1999.
En efecto; el gasto público en educación crece marcadamente entre 2005-06 y 2009. A partir de allí se estabiliza. No llega al “famoso” 4,5% aunque las autoridades lo acercan más a esa cifra por vía de incluir el gasto de los institutos militares, el plan ceibal y alguna otra cosa, en la suma. De todas formas hace 4 años que el gasto no aumenta. Y de acuerdo al Ministro Lorenzo (3) no parece que vaya a hacerlo durante este gobierno: “En una charla convocada por las redes frenteaplistas, el ministro Fernando Lorenzo planteó la posición del gobierno al respecto. “Nuestro plan de gobierno no tiene un solo artículo que dice 'prioricen la educación'. Si se pensara en algún guarismo como estos que se plantean públicamente para la educación, se llevaría varias veces todo el espacio fiscal disponible del país para el próximo quinquenio”, explicó. “Esa cifra de la que se habla, está fuera del alcance de lo que son los compromisos políticos asumidos por el gobierno; que no incluyen, insisto, aumento de impuestos”.
Es que, como cualquiera sabe, subir impuestos va contra los más caros y preciados      principios de la economía neoclásica o neoliberal en curso. Ni siquiera para intentar mejorar el desempeño del país en un tema clave tanto para la tan manida “equidad” (otro gran “principio” que nada tiene que ver con la “igualdad” concepto antagónico del de sociedad de clases) cuanto para el crecimiento económico y el desarrollo.
En la búsqueda por mejorar la calidad del análisis e información para nuestros lectores encontramos un trabajo muy importante (4) de Rossana Patron y Marcel Vaillant. Extraemos de él los planteos finales que resumen su esencia. Recomendamos asimismo la lectura completa a las interesadas en el tema. Las negritas son nuestras.  

“Falacia 1: No se obtienen progresos en la educación. En realidad, la afirmación refleja la impresión extendida de que no se están obteniendo resultados acordes a los niveles históricamente altos de gasto dirigido a la educación. Pero en términos reales, los incrementos han sido modestos, por lo que las expectativas de cambio que prevalecen tienden a ser desproporcionadas.

Falacia 2: La participación del gasto educativo en el PBI ha logrado su meta o “reclamo histórico” (4,5%) y por tanto el desempeño “óptimo” del sistema ya debería haberse alcanzado. Esto tampoco es exacto, porque en términos reales la participación del gasto educativo en el PBI ha sido decreciente, al contrario de lo que ocurre cuando es medido en términos corrientes como se hace habitualmente, por lo que se estaría más lejos y no más cerca de la meta.

Falacia 3: Los aumentos salariales recibidos en el sector educativo han sido inefectivos en la mejora del desempeño del sistema, lo que quitaría sustento a la política. Esta idea no reconoce que el aumento salarial en educación (sector público y privado) corresponde a una recuperación en términos reales de apenas 14% respecto a los niveles previos a la crisis de 2002. Como se mencionó anteriormente, en 2011 la remuneración promedio del sector, que tiene el porcentaje más alto de empleo calificado, está en el 20º lugar del ranking de las remuneraciones sectoriales.

Falacia 4: El sistema educativo debe poder responder a todos los desafíos que le presenta una sociedad heterogénea que cambia con rapidez, y el no poder hacerlo está marcando la ineficiencia/ineficacia o el fracaso del sistema. Pero, por un lado, pedirle a la educación resultados en términos de integración social puede estar en contradicción con alcanzar niveles de excelencia; por otro lado, para avanzar en el sentido de “excelencia para todos” se requieren políticas diferenciales que son altamente demandantes de recursos humanos y materiales. Las innovaciones educativas son costosas y destinadas a grupos relativamente reducidos de alto requerimiento de recursos, por lo tanto el resultado de estas políticas potencialmente no es ni extendido en alcance ni elevado en nivel; olvidar el objetivo de equidad también distorsiona las expectativas de la relación recursos económicos aplicados al sistema y los logros del mismo.

Falacia 5: Existe la percepción de que la producción de conocimiento es similar a cualquier otro proceso productivo, donde la vinculación de recursos a resultados es más o menos inmediata. Sin embargo, las innovaciones y mejoras en los procesos educativos son más lentas de implementar y asimilar, y tratándose de procesos de carácter acumulativo, requieren de un tiempo de maduración que hace imposible obtener resultados inmediatos o rápidos. Es necesario desarrollar metodologías de evaluación permanentes adaptadas a las características del proceso que permitan generar información que luego se incorpore en el diseño de las políticas educativas, las que tienen que registrar un proceso continuo de cambio y adaptación.Existe una masa crítica de acumulación en el Uruguay, con estudios enfocados a dar elementos sobre la evaluación del sistema, sin embargo se registra una gran dificultad para lograr institucionalizar la absorción de estos resultados en el diseño de nuevas políticas educativas.”
Las conclusiones de estos especialistas convalidan la impresión inicial que surgió al ejecutar la gráfica de la primera parte de nuestro trabajo. Y, de paso, también el título.
Desde la terrible crisis económica que culmina en 2002 el país ha experimentado un crecimiento económico sostenido sin paralelo en su historia. Pero esa bonanza no se ha aprovechado para sentar las bases educativas y culturales para un proceso de desarrollo económico aún capitalista. Esta tarea histórica queda pendiente para un desarrollo político futuro que no puede ser otro que el Socialismo.


**Aquí se impone otra aclaración metodológica: Si lo que se calcula en base a la planilla del BCU es la participación del PBI-enseñanza en el global, pero a precios corrientes, el resultado será diferente. En este caso el promedio entre 1997 y 2007 (ambos inclusive) será de 3,54%. Entre 2008 y 2013 el mismo será de 4,29%. La explicación de la discrepancia es que el deflactor (factor para calcular los precios de la economía y llevarlos a precios constantes) es distinto para los “factores” de la enseñanza (casi todo salarios) y el resto de la aquella. Es nuestra opinión, y la de los especialistas citados, que el cálculo a precios constantes refleja mejor la realidad, ya que refiere básicamente a número de horas trabajadas en la educación. Más abajo va la gráfica que representa esto.
* Entre muchos ejemplos, el Diario El País (15/07/2012) titula: “Gasto histórico no mejora educación, salud y policía”.
4) Revista Uruguaya de Ciencia Política - Vol. 21 N°1 - ICP – Montevideo
El trabajo puede encontrarse completo en www.resonandoenfenix.blogspot.com







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