lunes, 6 de enero de 2014

Al fiscal del pueblo

Enrique Erro en el año de la dignidad

 por Hugo Bruschi
 
Algo andaba mal en la Junta Departamental de Montevideo. Corrían los años 71-72, y hasta oidos del FISCAL DEL PUEBLO, llegaron rumores de corrupción. A decir verdad, los actos de corrupción, beneficios arrancados a la Junta en forma de bonos, vales de nafta, entradas al por mayor a diversos espectáculos, eran algo así como "picardías o vivezas criollas", verdaderas propinas comparadas con este presente de estafas y fraudes, de corrupción al mas alto nivel. Pero la corrupción no se puede juzgar por el monto, sino por el acto en sí, pues corrupción es corrupción. Y si ésta está instalada en nuestras filas, peor aún, más grave es el delito desde el punto de vista moral. Uno de los implicados, pertenecía a la Corriente y fue el primero en reprocharle al FISCAL DEL PUEBLO su presencia en la Junta, pues seguramente lo había dejado "mal parado" frente a sus cómplices. " a partir de hoy, Ud. no tiene autoridad moral para acusar a nadie" El hombre agachó la cabeza avergonzado y se marchó para su casa. Por ese entonces en Radio Fenix, tenía lugar un espacio llamado: ERRO ACUSA, LA VERDAD AL SERVICIO DE LA RECUPERACION MORAL DEL PAIS.


El día 8 de Enero, tendrá lugar un nuevo aniversario de la destitución de Enrique Erro,del Ministerio de Industrias, por "desinteligencias con el Consejo de Gobierno". Y no era para menos. Las azucareras impedidas de seguir fabricando costos que posibilitaran un aumento en los precios, estaban furiosas. Ni qué decir de la industria cerealera y oleaginosa del país con Bungi y Born a la vanguardia. Lo tentaron de todos modos, cheques en blanco a los que sólo faltaba agregar la cifra y terminaban en la cárcel por intento de soborno. Este era otro Ministro.... y cuando vieron que con esos métodos que siempre les habían dado buenos resultados, no llegarían muy lejos, se decidieron por otros más efectivos: Erro comunista... Dónde se vió un Ministro parado en un cajón de verdura, arengando a la gente a boicotear Tiendas Ta-Ta? La causa? Bueno, las empleadas de sueldos miserables, eran obligadas a comer en los baños y sin horas de descanso. 1959 fué el año de aquellas terribles inundaciones que abnegaron el interior uruguayo. Mal presagio para la economía y para un gobierno recién instalado, pero buena noticia para el agio y la especulación. Y el Ministro clausuraba y descomisaba el acaparamiento criminal. Un comunista, - era la palabra preferida por entonces - estaba instalado en el mismo gobierno y esto era peligroso para la imagen del país, sobretodo ante la embajada. Había que destituirlo, bien podría ser un agente al servicio de una potencia extranjera que todos ya sabíamos cual podía ser. 


Por supuesto que las insinuaciones de El Pais, El Día o la Mañana y El Diario no se referían a algún locutor de Canal 4 que era a su vez empleado de la Embajada Norteamericana. Ese era hombre de la casa, de la familia como quien dice. Ya mucho antes siendo Diputado, se ganó el odio de las Fuerzas Armadas y ese enemigo no perdona a quienes intenten mancillar su imagen. Enrique Erro cometió el delito de sospechar que un cargamento destinado al Ejército recién llegado al Puerto de Montevideo, contenía algo más que material bélico para la defensa de la Patria y su soberanía. Armado de una "uña" y en presencia de un Escribano decidió poner fin a sus dudas. Los fusiles habían sido sustituidos por juguetes japoneses, que serían vendidos antes del 6 de Enero día de Los Reyes Magos.

 Y el ministro de Defensa de entonces, se vió obligado a enviarle los Padrinos, como forma de lavar la ofensa y salvar el honor de la institución. Fernández Huidobro por suerte, no tendrá jamás necesidad de tomar una medida similar. En el año 66 pierde su banca de diputado y se dedica a vender libros,cuando pudo haberse jubilado por el 383, pero Erro era algo así como una rara especie, que no encajaba bien en determinadas costumbres del mundo político. Vivió pobre y murió del mismo modo, pagándose las transfusiones de sangre, con la ayuda de algunos orientales desparramados por el mundo. 

Dicen ahora, que un salón del Ministerio lleva su nombre y tal vez una calle. Quienes conocimos a Enrique Erro sabemos de su adversión a monumentos, placas, bronces y granitos. El quería el recuerdo vivo en las ideas y en los sacrificios de aquellos hombres. Uno a veces se pregunta si para llegar a este estado de cosas, se hace imprescindible la desaparición física de ciertos hombres. A esta entrega de la soberanía, a esta forma desvergonzada de hacer política, a esta estafa colectiva plagada de inconductas. Desde su lecho de muerte, condenó el Pacto del Club Naval, como una traición suscrita a espaldas del Pueblo uruguayo. Qué diría Erro hoy? Qué tarea no tendría este Guerrero de la dignidad, al ver este presente ignominioso que ofende la memoria de tantos mártires? Ya en otras oportunidades he hablado de Enrique Erro, pero hay hechos que nos cuesta olvidar. 

Aquél acto en El Platense con un gigantesco cuadro del CHE como fondo de escenario y alguien haciendo uso de la palabra. Ud.sube Don Enrique y dice: " por momentos, me pareció que el CHE estiraba su brazo para tomar a alguien del cuello" y no se equivocó Don Enrique, pues ese Mario Monjes uruguayo fue canjeado más tarde por 8 toneladas de carne mientras algunos pibes que habían pintado "abajo la Dictadura" se comían tortura y cárcel. Tampoco me olvido cuando en aquel acto en Rondeau y Cerro Largo le dijo a Danilo Sena que además de ser integrante del Escuadrón de la Muerte, era un inmoral y le aconsejó a los tiras que infiltrados entre el público escuchaban su discurso, que corrieran a contarle y que Ud. lo esperaría en el campo que él eligiera. Por ello y mucho más, por estas fechas siempre habrá quien lo recuerde, tal vez algunos sobrevivientes de aquellos pasajeros del 130 o del Santa Lucía que Ud. abordaba todas las mañanas rumbo al Ministerio, porque odiaba los autos oficiales. Tal vez - aquellas hoy veteranas - muchachas de las tiendas que comiendo en los baños, oían que un ministro incorruptible se jugaba por ellas. 

Y también - no lo dude - don Enrique, algunos traidores que no aguantarán su mirada estampada para la eternidad, pues les incomoda la conciencia.




 

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